# Día 40:
Por dondequiera que anduve con todo Israel, ¿hablé una palabra a alguno de los jueces de Israel, a los cuales mandé que apacentasen a mi pueblo, para decirles: ¿Por qué no me edificáis una casa de cedro? 1 Crónicas 17:6
Quien ha vivido en el norte de Chile conoce de cerca una tradición que ha sido declarada patrimonio inmaterial de la humanidad por la Unesco; los bailes chinos.
Conocí una chica que bailaba en una cofradía.
Sus razones para participar eran una mezcla de deuda auto-adquirida y devoción religiosa familiar.
Al hacer estos y otros sacrificios como procesiones, rezar rosarios, pagar mandas y también, dar a los necesitados, asistir a la iglesia o seguir instrucciones éticas, se revela el innato instinto humano de intentar dar algo a Dios para alcanzar su favor.
Pero ¿es posible devolverle algo a Dios?
¿Darle algo que primero no haya venido de él? o ¿será que podemos adelantarnos a Dios y sorprenderle con un presente?
El rey David estuvo en una situación similar.
Vio su palacio, su posición y su reino, todas las bendiciones que Dios le había dado y luego miró el tabernáculo, esa antigua carpa donde se adoraba a Dios desde la época en que los israelitas no eran más que un grupo de esclavos recién liberados, sin nación ni territorio aún.
Al hacer la comparación sintió que le debía algo a Dios, David quería construir un templo para dejar la carpa del desierto, en el pasado y adorar en una edificación plantada en la tierra que Dios les había regalado.
Su propuesta no tenía mala intención ni arrogancia y a Dios no le desagradó, pero es aquí donde la historia da un giro porque Dios sorprende a David como nos sigue sorprendiendo a nosotros hoy.
Creo que David esperaba una respuesta algo así como "realmente me agradas David, gracias por pensar en mí" o "tú realmente me estás honrando", pero en cambio Dios le responde:
"a los líderes de Israel, los pastores de mi pueblo. Nunca les pregunté: ‘¿Por qué no me han construido una hermosa casa de cedro?" 1ºCro.17:6 (NTV)
Lo más sorprendente vino después, porque Dios no solo le hace entender a David que no puede sorprenderlo con esta construcción sino que ahora Dios le dice que él mismo le edificará una casa o descendencia eterna (1ºCro.17:10,14).
Siempre habría un rey de su línea sanguínea en el trono de Israel y de él vendría el Mesías, Jesucristo. David quiere construirle una casa a Dios, pero es Dios quién edificará una casa (descendencia eterna) desde David.
¿Has intentado pagar algún favor a Dios?
Dios espera que seamos agradecidos y con un corazón generoso, como el que tuvo David, pero la verdad detrás de todo es que nunca podremos pagar lo mucho que Dios hace y quién es Él para nosotros, es más, cuando intentamos sorprenderlo él tiene algo mayor para mostrarnos.
Te propongo un ejercicio: ríndete a Dios.
Rinde tu familia, tus problemas, tus planes, tus finanzas, tu corazón y todo tu ser a Dios.
Dios no espera que paguemos la salvación pero sí espera que la recibamos y la mejor forma de hacerlo es rendirnos a Él y dejarnos sorprender.
Porque "así está escrito:
«Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado y nadie ha imaginado lo que Dios tiene preparado para aquellos que lo aman»." 1º Co.2:9.
Texto de hoy:
Escritora asociada, Tamara Vidal G.
Para leer toda la historia aquí:
https://www.biblegateway.com/passage/?search=1+Cr%C3%B3nicas+17&version=LBLA
La foto: Bailes chinos, Norte de Chile.