¿Por qué habéis hollado mis sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo; y has honrado a tus hijos más que a mí…?
1 Samuel 2:29
Ella era madre de tres muchachos.
Los 3 habían sido criados con todos los privilegios de un hogar acomodado y un padre proveedor.
Educados en buenos colegios.
Desde jóvenes se vieron envueltos en problemas, un choque en auto, una multa por exceso de velocidad, una concepción prematura en el pololeo, una noche de fiesta con violentos resultados.
Ella –la madre-los respaldaba en todo.
Los defendía con o sin razón.
Son mis hijos, decía, principio y fin de toda indicación o consejo de alguna amiga que la veía sufrir.
En cualquier reunión, evento, seminario o tertulia de amigas que estuviera, si alguno la llamaba –y vaya sí lo hacían-, ella salía apresurada sin mediar consecuencias.
Vivió y murió para sus hijos.
¿Fueron mejores personas porque ella les donó su vida?
No lo sé.
Solo Dios es el que juzga nuestras motivaciones y prioridades.
Es difícil ser padres y hacer lo correcto para el Reino de Dios, aunque no deberían ser incompatibles ambas tareas.
En este caso -el sacerdote Elí-, no tuvo un buen resultado anteponiendo sus muchachos a la vida de sacerdocio que le había sido ordenada.
Si eres padre/madre, ruego a Dios te dé sabiduría para educarlos en la fe y tener los mejores resultados.
Para leer toda la historia:
https://www.biblegateway.com/passage/?search=1+Samuel+2%3A12-36&version=NBV
Un dato sobre educación:
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