"Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas."
Juan 21:17
El odio es un sentimiento que hace vivir y morir sin intervalos.
Comprobamos que una cantidad no menor de personas son manejadas por el odio sin cautela ni timideces; un sentimiento explosivo, frontal y arriesgado, nada de términos medios.
Algunos le llaman la teología del odio pues se transforma en un estilo de vida y una fe a rajatabla.
(Ya hemos definido en post anteriores que somos seres de fe)
Al otro lado de la vereda está el amor.
Amor a Dios, a la vida, a los otros.
EL Señor no demanda odio de nosotros, todo lo contrario, demanda amor, porque como lo dijera un antiguo español “el odio nada engendra, solo el amor es fecundo”.
Cuando el Señor le pregunta a Pedro (y de pasadita a ti y a mí) ¿Me amas?, no tiene mucho que ver con un místico sentimiento o una excesiva emoción. El amor demanda una acción concreta, un propósito eterno, una obediencia a la que se nos llama por nuestro nombre; hechos concretos, misiones específicas de las que daremos cuenta, las hagamos o las dejemos de hacer.
Así es que aquí estamos, con la pregunta dando vueltas en nuestra cabeza "¿me amas?", como si Él no supiera que le amamos. Lo sabe. Pero le gusta la confesión de nuestra voz; la oye Él y la oímos nosotros.
Nada de silencios en las relaciones con Dios, por ahora.
La mejor forma de usar nuestro idioma es expresarle nuestra mayor reverencia y afecto.
Que haya paz en tu alma.
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La foto del día:
Decoración navideña en Georgia, diciembre 24 , 2019.
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