Juan 14:9
Las despedidas son inevitables. Estamos constantemente despidiéndonos y aun así nunca nos acostumbramos.
La despedida del Señor Jesús y sus discípulos tiene varias etapas.
Para ninguno fue sencillo.
Después de convivir 365 días por 3 y medio años (1270 días aprox.) había tareas pendientes y algunas instrucciones que debían ser marcadas en el corazón de los hombres.
Es en esta ocasión que el Señor declara: “—Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si no es por medio de mí.” (14:6)
Si solo tuviéramos un mediano conocimiento del Cristo nuestra existencia ondulante se estabilizaría para siempre, sin dudas, fluctuaciones o rigideces porque habríamos comprendido la verdad en toda su amplitud. Eso nos daría no solo la libertad sino el sentido completo de nuestra existencia; más aún, de la existencia de los otros y del mundo. Pero nos sucede como Felipe, tenemos unos grandes destellos que nos mantienen un tiempo estables; luego van difuminándose hasta volverse imperceptibles y volvemos a clamar por una revelación.
Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe?
El reproche es con toda razón. Podemos estar con Él sin conocerlo ¿es eso posible?
Ah, solo su Persona Santa es lo que necesitamos.
Solo importa Cristo.
(La ilustración: Detalle de La creación de Adán, Miguel Ángel)
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Y una bella canción: Amo, amo, amo tu Presencia.
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