¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche?
Lucas 18:7
Creo no equivocarme al decir que uno de los aspectos que más desesperanza da a los individuos en la sociedad actual es la falta de justicia.
Jesús nos anima a perseverar e insistir en la oración aún frente a un plano “descarado y abiertamente injusto” como el de esta indefensa viuda.
Pero yo quisiera poner atención a dos puntos que Jesús menciona y que yo no había considerado en relación al juez.
1. El juez no temía a Dios y
2. No respetaba a los hombres.
Tristemente encontramos factores que llevan a las sociedades a vivir y promover leyes y juicios injustos.
La falta de temor a Dios y la falta de consideración por el prójimo. Es más, si miramos con atención podemos ver que estos puntos son rotundamente opuestos a los dos mandamientos principales que Jesús nos dejó: Amar a Dios con todo lo somos y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Por lo tanto, cuando Jesús nos anima persistir en presentar nuestras peticiones y afrentas no lo hace con la idea en que nuestro Padre celestial tarde en responder, sino en tener la plena confianza en que él sí es Justo y Santo para hacer justicia y nos ama porque somos sus hijos.
Pero también hay una actitud que nosotros como sus hijos debemos practicar, y es ser justos.
Este mes uno de los versos que memorice en homenaje a la palabra de Dios decía: “Si sabéis que Dios es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de Dios”.
Cuando dejamos todas las cosas en las manos de Dios por medio de la oración - aun las injusticias - vemos la mano de Dios moviéndose en todas las cosas y también haciendo justicia.**
Le animo a que no deje de orar ni de hacer justicia.
Que la gracia de Dios fortalezca su corazón.
**En alguna parte lo leí esta semana, y me encantó.
Texto de hoy: Escritor asociado
Cristian Santos V.
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