Lucas 17:18
Pidió oración a nuestra Comunidad evangélica –por cierto- sostenemos en nuestra declaración de fe que “Dios es nuestro sanador”.
La cirugía era riesgosa, la sanidad incierta, con varias consecuencias impredecibles, en fin, un completo signo de interrogante.
Oramos.
Sanó, por la gracia de Dios.
El médico le aconsejó el camino de la privación de ciertos alimentos, tú sabes, lo que te enfermó puede volver a hacerlo si no cambias la ingesta; difícil, casi una utopía para un bohemio, adicto a la buena mesa. Volvió al mismo ritmo de vida anterior, se desarrollaron otras patologías; hoy se queja de sus “cuarenta enfermedades” añorando la vida placentera que vivió alguna vez.
A veces enfrento mi beligerancia interna ¿por qué oramos y no se vuelven a Dios cuando son sanados? ¿Por qué no reconocen la gracia del Señor y le sirven con gratitud?
Y el Señor Jesús me recuerda que durante su ministerio vivió muchos desencantos como este.
9 leprosos regresaron sanos a sus casas y a su vida cotidiana, solo 1 volvió (ni siquiera era israelita) para dar gloria a Dios por la liberación.
Aun así, el Señor Jesucristo siguió sanando a las personas y lo sigue haciendo a pesar que sabe no habrá muchos que regresen a reconocer Su Obra.
He comprendido (y la lucha es cotidiana) que somos llamados a tener misericordia, orar por los enfermos, hablar del amor de Cristo y la buena noticia de perdón.
La Gracia está aún vigente.
Dios es el que evaluará los resultados.
Pasaje paralelo:
https://apuntes2019.blogspot.com/2019/09/dia-269.html
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