¿Qué comeremos,
o qué beberemos,
o qué vestiremos?"
Mateo 6:31
El afán es un denominador común en nuestra sociedad; he conocido personas con crisis de pánico, ataques de nervios y miedos irracionales por la preocupación del alimento cotidiano o qué irá a suceder mañana. A veces ni se atreven a salir de su casa.
Una podría decirles mil palabras como las que dijo el Señor a sus oyentes, animarles y hacer que razonen. Como todos los problemas que enfrentamos, el afán puede convertirse en una patología que impide encontrar una salida.
Aquí les dejo unas sugerencias:
1.- Un gran antídoto es la gratitud.
A menudo deseamos más de lo que nuestras posibilidades nos otorgan o tenemos una insistencia exagerada en eso de “cumple tu sueños” o “tú te lo mereces” frases con que nos bombardea el marketing moderno.
El teólogo Mathew Henry lo expresa así:
“Señor, te agradezco:
Que nunca antes me habían robado.
Que a pesar que se llevaron mi dinero,
escatimaron mi vida.
Que a pesar de que se llevaron todo,
no había mucho.
Que fui yo a quien le robaron,
y no yo quien robé.”
2.- Buscar prioritariamente los principios del Reino de Dios, justicia, paz y gozo.
El desmedido amor por lo gourmet, el dinero, la fama o lo fashion sin duda nos desviará la mirada hacia el placer inmediato. Todo el capítulo 6 del evangelio de Mateo es una seria directriz para una vida sólida y disfrutada en el tiempo.
3.- Vivir el presente.
Ella es Inés. Su ánimo es siempre el próximo paso, como un jugador de dominó que anticipa el movimiento, su mente está siempre en el "más tarde haré esto", "mañana iré a tal parte" "el próximo mes viajaré a ..." Hay en ella una inquietud permanente que no la deja disfrutar su presente.
Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán.
4.- Confiar en la provisión de Dios.
El Señor te dio su ayuda en el pasado, te la da en el presente y te la dará en el futuro.
Si creemos que nuestro Padre Celestial sostiene el hábitat de las aves ¿por qué no desarrollar nuestra fe para creer que Él también cuida de nosotros? vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas, dice el Señor.
Hay sobre ti la mayor bendición, ser llamado hijo-hija de Dios ¿no te da paz tener esa certeza?
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