¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo?
Mateo 7:4
1. Adiestra a tus ojos para ver el bien
La palabra disciplina nos hacía temblar.
La asociamos a castigo pero está lejos de esa idea que teníamos de niños. “La disciplina es la capacidad de las personas para poner en práctica una serie de principios relativos al orden y la constancia, tanto para la ejecución de tareas y actividades cotidianas como en sus vidas en general.”
Educa la mirada con práctica diaria.
Busca en las personas su lado amable o sus cualidades, más que sus defectos.
Las personas son como un libro cerrado, si vas leyendo en ellas encontrarás un tesoro...o tal vez no tanto -como sucede con algunos libros de hermosa tapa-, pero siempre hallarás algo que te sorprenderá.
Con la destreza que nos da el tiempo será un hábito que no te demandará ningún esfuerzo.
2. Obsérvate a ti mismo.
Jesús lo dijo de manera muy certera: ¿Cómo le pedirás a tu amigo que te deje sacarle la paja que tiene en su ojo, si la viga que tienes en el tuyo no te deja ver? (NBV)
Todos los humanos tenemos un valor para Dios, somos su creación y si creemos en Cristo somos llamados hijos, somos amados y antes de dar una opinión acerca de alguien que consideramos está en falta no estaría mal hacernos un auto-examen.
El Señor nos dio directrices claras para ordenar algún problema en su Iglesia (lo veremos más adelante).
3. Someter el lenguaje al amor.
Conocí una hermana que tenía una práctica muy interesante. Cuando alguien empezaba a comentar algo de una persona ausente ella ponía sobre la mesa un tema de actualidad que nos hiciera pensar. El clima y la conversación cambiaban inmediatamente.
El Señor dijo: «El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca el bien; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca el mal; porque de la abundancia del corazón habla la boca». Lucas 6:45
Tips lingüísticos: Disciplina
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