#Día 116
Les dirás asimismo: Así ha dicho Jehová: El que cae, ¿no se levanta? Jeremías 8:4
“Si el hombre cae, es naturalmente aceptable que se levante. En el caso de Jerusalén no había sido de esta manera, su rebeldía había sido perpetua. No había señal de arrepentimiento.” (Morgan)
De niños todos hemos sufrido algún tropiezo, un resbalón y nuestro cuerpo fue a dar al suelo con más o menos fracturas. No son una broma las caídas.
Lo interesante es que pasado el impacto del primer momento, nos levantamos (si podemos) o buscamos ayuda.
Toda caída es involuntaria, aunque a veces la indolencia o despreocupación ayudan.
Levantarse requiere de nuestro impulso natural.
Nadie se queda para siempre en esa posición, a veces muy dolorosa.
Levantarse implica volver a caminar, meditar en las causas y asumir consecuencias.
Nunca somos los mismos después de una caída importante. Nos queda de recuerdo alguna cicatriz, un par de pernos en la pierna, un brazo enyesado, por nombrar algo simple.
La experiencia nos dará una nueva sabiduría de prevención, otra forma de movernos, la calma necesaria; es una buena lección.
Hay caídas físicas, las más sencillas de sanar; las morales o espirituales necesitan un tratamiento profundo y -a menudo- prolongado en el tiempo.
Si estás en una situación así, el Señor te llama a levantar tu alma hacia Él, tu cuerpo saldrá fortalecido y tu espíritu tendrá una conexión fundamental con el Padre a través del diálogo con Él.
Es anti-natural quedarse en el suelo por mucho tiempo.
Te animo a clamar a Dios, a buscar ayuda, a elevar la mirada y creer; nunca será la voluntad del Señor que te quedes derribado.
El Señor ayuda a los caídos
y levanta a los que están agobiados por sus cargas.
Salmos 145:14 (NTV)
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