¿Por qué procuráis matarme?
Juan 7:19
Nuestro profesor de Evangelios Sinópticos era un hombre santo.
A veces su impecabilidad nos hacía sentir incómodos.
No nos considerábamos a su altura, ni dignos de estar en el mismo lugar.
No sé si te ha pasado.
“Apártate de mí que soy hombre pecador”, dijo Pedro cuando vio que el Señor era poderoso para hacer milagros. .(Lucas 5:8).
Descubrir lo magnífico de Dios en un ser humano puede provocar muchos sentimientos contradictorios. Ira, envidia, amor, adhesión absoluta, incomodidad.
Los contemporáneos del Señor Jesucristo no estuvieron ajenos a esa sensación y al final venció su animosidad; justificados en sus razonamientos humanos decidieron su muerte.
Les resultó insoportable convivir con la absoluta santidad.
Recordaban la premisa:" Así que consagren su vida para ser santos, porque yo soy el Señor su Dios "
( Levítico 20:7)
Cuando decretaron la muerte del inocente, tal vez ni sospecharon que no era una sentencia sobre el Cristo sino sobre ellos mismos.
Pintura:
Detalle de "Lamento de la muerte de Cristo", Sandro Botticelli
No hay comentarios:
Publicar un comentario