Lucas 16: 12 12
¿Se ha fijado en los perritos?, me dijo, ellos mantienen siempre su nariz húmeda; procure hacer eso siempre, mantener húmeda su nariz para protegerse de los virus.
Lo conocí en la locomoción colectiva, él y yo coincidimos en una de esas raras conjunciones sagradas.
Lo vi solo esa vez; era un cura de barrio, afable y sencillo.
Ese corto viaje determinó el resto de mi vida, la forma que respiro y cómo he sido librada de enfermedades por ese encuentro.
Un consejo tan sencillo y sabio, tan básico pero importante para los bronquios y los pulmones.
No recuerdo cómo era; apenas una vaga idea de su vestimenta oscura y su porte clerical; su recomendación me bendice hasta hoy.
Manejar las palabras es el inicio de un buen administrador de “la multiforme sabiduría de Dios”. Poca farándula, más vida real; poca elucubración, más práctica evangélica; poca teología, más proposición.
Que el Padre nos dé gracia para usar bien el lenguaje en materias tan sencillas como -por ejemplo- enseñar a respirar.
Respirar:
1.- Espalda erguida, respira hondo y expulsa muy lento. Repite un par de veces.
2.- Al dormir haz unos ejercicios de respiración en forma diaria.
3.- Mantén la nariz húmeda soplando varias veces.
4.- Al salir al aire frío siempre cubrir la nariz con un pañuelo o bufanda.
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