¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
Lucas 10:36
Cuando escuchamos alguna prédica de esta parábola –por cierto, extraordinaria-, todos reflexionan sobre el buen samaritano (*), o los dos que no ayudaron.
Nadie se detiene en los ladrones, asumiéndolos como un mal implícito que las sociedades soportan con más o menos tolerancia.
Robar es un mal endémico.
Pero no porque sea una práctica común, es bueno y saludable robar.
Es más, lo terrible e inconsistente es cuando se roba dentro de una Comunidad cristiana o cuando los hermanos se prestan para “movidas” poco claras.
Sí, los evangélicos también hurtan, no te escandalices ni pongas cara de asombro. Todavía tienen ese síndrome que “la necesidad tiene cara de hereje” y en lugar de pedir lo necesario al Padre (que ellos mismos dicen “es dueño de la plata y el oro”), recurren al subterfugio inadecuado de tomar lo ajeno.
Robar a nuestro prójimo es peor que pasar indiferente si lo vemos herido (y ni siquiera hablemos de eso ¿robará el hombre a Dios?(*), porque nos meteríamos en un terreno espinoso).
Alguien te mira.
https://palabrabreve.blogspot.com/2019/07/comprar-robado.html
https://lamenteesmaravillosa.com/5-mitos-sobre-la-cleptomania/
*Malaquias 3:8
La palabra del día: Samaritano
https://definicion.de/samaritano/
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