Lucas 13:16
Una atadura es una amarra, un nudo para asegurar inmovilidad en un animal, un objeto o una persona como en esta historia que nos narra el evangelio de Lucas.
Una mujer impedida, sujeta a por una enfermedad durante largos y tortuosos 18 años.
Su sanidad era perentoria, inmediata, tal vez un día de espera hubiera cambiado su destino, tal vez un día de espera hubiera sido fatal.
El Señor ve en ella tanta urgencia, tanta necesidad que se arriesga a la crítica y a la desaprobación social. La derrota del poder satánico no se obstaculiza en un día particular, siempre es necesario enfrentar los poderes oscuros con la luz del Señor Jesucristo.
El apóstol nos recuerda: “Efectivamente, el «momento preciso» es ahora. Hoy es el día de salvación. .” ( 2 corintios 6:2)
3 ataduras que impiden crecer en la vida espiritual:
1.- Prácticas ocultistas, aun personas que han confesado a Jesús como Salvador siguen atadas a cartas, tradiciones, amuletos, iconografías o fetiches.
Renunciar a todo tipo de elementos ajenos a la vida cristiana será el primer paso.
2.- Falta de perdón. Escuché un hombre mayor que contaba una historia de persecución y muertos en los años cuarenta; todavía guardaba los vivos recuerdos y la amargura de esos sufrimientos. Perdonar a otros, perdonarse a sí mismo, pedir perdón, pasos imprescindibles para la sanidad del corazón y muchas veces del cuerpo..
3.- Práctica de pecados ocultos o inconfesos. La sangre de Cristo es suficiente para liberar de cualquier falla, impureza o práctica reñida con la santidad del evangelio. Acogerse a la Gracia del Señor y cambiar de ruta serán pasos hacia la liberación real.
No hay ninguna fuerza que el poder de Dios no pueda derrotar.
No hay ningún pecado que Él poder de Su sangre no limpie si hay confesión del nombre de Jesucristo.
Y una canción preciosa:
No hay comentarios:
Publicar un comentario