"Jesús, respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios?
No quedará piedra sobre piedra, que no sea derribada."
Marcos 13:2
Fui al barrio cívico en el centro de Santiago.
Precioso, espectacular, luminoso (perdón, soy chilena y un poco chovinista).
Edificios antiguos conviviendo en serena armonía con las tendencias más modernas en arquitectura, joyas de ingeniería y creatividad. Caminé por calles de primitivas piedras y otras de lucientes baldosas. Toda una placentera experiencia.
Imaginé aquella vez cuando los discípulos se deslumbraron con el paisaje urbano de su tiempo; el Señor no dejó que su entusiasmo les quitara la visión de futuro, todo lo que ves está destinado a desaparecer.
Y aunque pudiéramos considerarlo triste, preocupante y lamentable, la ley de la vida es ineludible, para edificar una ciudad, otra tiene que ser derrumbada.
Pasarían unos pocos años para que la profecía del Señor se cumpliera.
“El sitio de Jerusalén duró cinco meses, de marzo a septiembre del año 70, y conocemos su desarrollo gracias a Flavio Josefo, un judío al servicio de Tito que lo relató detalladamente en su libro La guerra de los judíos…”(National Geografic)
Las ciudades son edificadas para vivir en comunidad; cada una tiene sus esplendores y sus ruinas. Cambiarán de acuerdo a las necesidades de las generaciones que las habiten.
Y mientras estamos en la previa del Reino de Dios en la tierra, las altas torres o las casas bucólicas de la periferia nos recuerdan que solo el Señor permanecerá por siempre.
Un palabra de ánimo para considerar: Porque sabemos que si nuestra casa terrenal, esta tienda temporal, se deshace, tenemos un edificio de parte de Dios, una casa no hecha de manos, eterna en los cielos.
A Él sea la gloria.
Historia de Jerusalen:
https://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/la-destruccion-del-templo-de-jerusalen_6854/6
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