Mateo 21:40
Escuchen esta historia:
“Cierto hombre plantó una viña, la cercó, construyó una torre de vigilancia, y la arrendó a varios labradores.
Según el contrato, estos habrían de compartir con el dueño el producto de la viña.
El dueño se fue a otra región.
Cuando se acercó el tiempo de la cosecha, envió a empleados suyos a recoger lo que le correspondía. Pero los labradores los atacaron: a uno lo golpearon, a otro lo mataron y a otro lo apedrearon.
Entonces el dueño envió un grupo mayor de hombres a cobrar, pero estos corrieron la misma suerte.
Por último, envió a su hijo con la esperanza de que lo respetarían por ser quien era.
Pero cuando los labradores vieron que se acercaba, se dijeron:
“Este no es nada menos que el heredero. Matémoslo y así nos quedaremos con la herencia”.
Y, en efecto, lo sacaron de la viña y lo mataron.
¿Qué creen ustedes que hará el dueño cuando regrese?”
Mateo 21:33-44 (NBV)
Esta es una historia de la crueldad humana y anticipa el trato sangriento que tendrán los líderes religiosos de la época con el Señor Jesucristo.
En esta ocasión el Señor nos lleva a escenas de terror para mostrar la cara oscura de la realidad que se vive en la tierra.
Es interesante observar cómo se puede confundir la mente humana hasta llegar a conductas intolerables de violencia, perdiendo la autonomía sobre sus actos, en especial cuando planifican el mal para el prójimo y lo hacen en grupo.
Esta parábola nos enseña la historia del pueblo de Israel con todas las oportunidades que tuvo para dar los frutos correspondientes al dueño de la “viña”; lamentablemente el resultado final fue totalmente negativo.
Y con dolor pregunta:
Ahora ¿qué hará el dueño a aquellos labradores?
La injusticia, la crueldad y el crimen con el Hijo de Dios le costó al pueblo de Israel una peregrinación por todo el mundo que duraría 1.800 años, desde que Vespaciano destruyera Jerusalén, incluyendo el sagrado templo (año 70) hasta 1948 cuando volvieron a su tierra.
Dura cosa es dar coces contra el aguijón, en palabras del Apóstol Pablo.
(Amigo mío, que la vida no te encuentre luchando contra Dios).
No hay comentarios:
Publicar un comentario