#Día 128
Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos?
Ezequiel 37:3
Veo multitudes caminando sin hogar.
Mujeres absolutamente solas.
Sin esperanza.
Exiliados.
Expatriados que salieron de su tierra para buscar el pan que les era negado en su país.
Lejos de la familia.
Inseguros en todas partes.
Solo por techo la noche estrellada.
Durmiendo en los campos, en lugares hacinados, en asientos de plazas de pueblos extraños.
¿Volveremos a nuestra tierra?, se preguntan.
Dios, ¿volveremos a reír, a jugar con nuestros hijos?
¿Volveremos a comer el pan de la niñez?
No necesitas estar muerto para sentir que estás muerto.
Lejos de Dios es estarlo, aun viviendo en el cuerpo.
Lejos de la madre, del padre, de los hermanos.
Desarraigados violentamente, sin expectativas de regresar.
El profeta Ezequiel supo de eso.
Pero ¡bendito sea el Señor!, recibió en medio de la aflicción una palabra “Pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os pondré en vuestra tierra. Entonces sabréis que yo, el Señor, he hablado y lo he hecho’ —declara el Señor.” (37:14) La muerte, el abandono, el dolor, aquello que consideramos imposible es decretado para vida por el poder del Espíritu de Dios.
¡Ah, Señor, muestra tu gloria sobre nuestras vidas mínimas!
Ezequiel 37
https://www.biblegateway.com/passage/?search=Ezequiel+37&version=LBLA
No hay comentarios:
Publicar un comentario