miércoles, 17 de abril de 2019

¿No hay en mí poder para librar? #Día 107

Isaías 50:2 (parte b)
¿No hay en mí poder para librar? 

Las grandes hazañas de Dios para liberar al pueblo de Israel están ampliamente documentadas en los libros de Éxodo a Deuteronomio.

Más aún, las hazañas de liberación en Josué y Jueces nos ilustran generosamente el poder de Dios a favor de los que ama.
Las crónicas del mundo consignan la mano de Dios librando pueblos, naciones, familias y personas cuando estuvieron en serios peligros.
Misioneros que enfrentaron peligros de muerte, colonos a los que el Señor libró de manera portentosa; basta hojear las páginas de cualquier libro de historia –laica o cristiana- y observar allí el cuidado del Creador.

 A estas alturas de nuestra vida –y después de ser testigos de milagros personales-, no podemos desconocer que el Señor sigue realizando acciones en auxilio de sus hijos.
Comprobamos “in situ” el poder de Dios, no solo en detalles sino en actos milagrosos y sobrenaturales.
Lo vieron los hebreos al abrirse el mar, al cruzar el más helado desierto de la tierra protegidos por una nube de calor y recibir cada día, durante 40 años el “maná” que caía como rocío del cielo.

¿Qué podríamos contar nosotros en este siglo XXI?
¿Puedes anotar en un cuaderno, en un block, en un libro de apuntes, en tu celular, la actividad de Dios a tu favor?

Tal vez no vemos milagros no por falta de fe sino por la nula atención que se nos genera con tanta preocupación en nuestra actividad cotidiana.
 Detenernos un momento y observar el mundo con ojos curiosos, como si lo viéramos por primera vez; maravillarnos en el cambio de las estaciones, en las alabanzas que cantamos, en las palabras que leemos, en los niños que van creciendo y cambiando.

Y de pronto está ahí el prodigio, lo inusual, lo asombroso de la mano del Señor.
 “—A ustedes se les permite entender los secretos del reino del cielo —les contestó—, pero a otros no. A los que escuchan mis enseñanzas se les dará más comprensión, y tendrán conocimiento en abundancia; pero a los que no escuchan se les quitará aun lo poco que entiendan.” Mateo 13:10-12 (NTV)





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