miércoles, 24 de abril de 2019

Como monos porfiados... #Día 114

¿Por qué porfías conmigo?
Jeremías 2:29

En el año del Bicentenario, específicamente el 27 de febrero de 2010, a las 3:34 de la madrugada, una fuerte actividad sísmica sacudió nuevamente a nuestro país. Con epicentro en la costa sur del Maule, frente a Cobquecura, un terremoto y posterior maremoto azotó a la zona central y sur de Chile, con una intensidad de 8,8 grados en la escala Richter.

Lo vivimos.
Lo sentimos en los pies, en el ánimo, en nuestro espíritu; muchos murieron, otros se enfrentaron a la desolación o el temor de las réplicas durante un largo tiempo.

El pueblo cristiano se preparó para recibir confesiones de fe de personas que –se esperaba- volverían a Dios buscando su consuelo entre la tristeza y la tragedia.
Los increyentes continuaron con su vida.
Las iglesias siguieron esperando y comprobaron con perplejidad que el ciudadano chileno -en general- seguía siendo incrédulo, agnóstico o ateo.
El pueblo de Jeremías  -insistiendo en su porfía- no supo ver el amor de Dios en la disciplina; continuaron su camino de idolatría, inmoralidad  y  constante olvido de la Presencia  del Señor que los llamaba a buscarle.

A pesar de todo el profeta  -como la Iglesia en Chile- exhorta, proclama la verdad del amor  de Dios, su misericordia,  y persevera  rogando por su nación.

¡El fiel amor del Señor nunca se acaba! 
Sus misericordias jamás terminan.
Grande es su fidelidad; 
sus misericordias son nuevas cada mañana. 
Me digo: 
«El Señor es mi herencia, 
 por lo tanto, ¡esperaré en él!». 
El Señor es bueno con los que dependen de él, 
con aquellos que lo buscan. 
Por eso es bueno esperar en silencio 
la salvación que proviene del Señor. 
Y es bueno que todos se sometan 
desde temprana edad al yugo de su disciplina:
que se queden solos en silencio bajo las exigencias del Señor. 
Que se postren rostro en tierra 
pues quizá por fin haya esperanza. 
Que vuelvan la otra mejilla a aquellos que los golpean 
y que acepten los insultos de sus enemigos. 
Pues el Señor no abandona a nadie para siempre. 
Aunque trae dolor, también muestra compasión 
 debido a la grandeza de su amor inagotable. 
Pues él no se complace en herir a la gente
o en causarles dolor.
(Lamentaciones 3:22-33 NTV)

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Sinónimos
https://sinonimos.woxikon.cl/es/porf%C3%ADa

Comentario de Jeremías en PDF:
http://www.freebiblecommentary.org/pdf/spa/VOL13AOT_spanish.pdf


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