jueves, 21 de marzo de 2019

Confiar en la fuerza propia o en Dios #Día 80.

#Día 80 ¿Diste tú al caballo la fuerza? ¿Vestiste tú su cuello de crines ondulantes? 
 Job 39:19

El caballo es uno de los animales más imponentes debido a su fuerza, estructura y belleza.
 En este pasaje de Job desde el verso 19 al 25, Dios hace una hermosa descripción de este gran animal, nos señala su gran fuerza, su relincho que hace que a veces le temamos, sus saltos como langosta, sus pataleos furiosos, su ágil y poderosa capacidad para correr a gran velocidad a campo traviesa, su valentía cuando está en batalla y corre sin pausa hacia el enemigo que lo espera con su espada empuñada, mientras a su alrededor pasan las flechas y las jabalinas, pero al mismo tiempo un animal bello con una mirada apacible, cuya crin vuela al viento y muchos veces se le usa como ornamento de belleza; un animal cuyo brío es incomparable, por lo tanto, para controlarlo es necesario valerse del freno y del látigo.

El caballo es mencionado en innumerables ocasiones en la Biblia, un animal usado por los ejércitos para la guerra (Prov. 21:31, Is. 5:28; Jer.4:13 , como medio de comunicación para llevar a mensajeros por grandes distancias en forma rápida (2 Sam.15:1; Ec. 10:7), como elementos proféticos como en el Apocalipsis (9:7-19; Cap.19,…), también vemos que el Señor le prohíbe a los reyes de Israel que se hagan de muchos caballos en sus riquezas (Deut. 17:15,16), puesto que la confianza del ejército de Israel debía estar en Dios y no en la fortaleza de tener muchos caballos, como lo consideraban otros pueblos, entre otras muchas cosas que menciona la Biblia respecto a este animal.

Podemos sacar muchas lecciones de esto, algunas para meditar en este día, por ejemplo: Un animal cuyo brío es incomparable, por lo tanto, para controlarlo es necesario valerse del freno y del látigo. Así también nuestra vida tiene mucha fuerza e ímpetu, pero es necesario que Dios, por medio de su Palabra, nos ponga un freno de sabiduría para transitar por el rumbo y la velocidad correctas para llegar a nuestro destino de gloria. Pero no solo eso, a veces Dios debe usar su látigo como el padre disciplina a un hijo, o el jinete le da un latigazo al caballo para que se enriele a lo correcto.
Los reinos antiguos median su fortaleza por la cantidad de caballos que tenían, sin embargo Dios le prohíbe a su pueblo que tengan muchos de esos ejemplares, pues ellos debían confiar en el poder y cuidado de su Señor.
 Así también nosotros debemos confiar en que Dios nos ama profundamente, por lo tanto, nos cuida y protege, y no descansar en nuestras propia fuerza.
La belleza del caballo es innegable. Cantares, en el dialogo de amor del capítulo 1, compara a la amada con las yeguas de los carros del faraón, v.9.
Los caballos más reconocidos a nivel mundial son los caballos de Egipto.

Dios nos mira como personas hermosas, pues somos su creación. Él nos hizo a su imagen y semejanza, debemos amarnos y cuidarnos porque Dios nos ha hecho perfectos.
 La valentía del caballo.
Como ya mencionaba, mientras corre a enfrentarse al enemigo bajo la dirección del jinete que lo guía a la lucha, el caballo no tiene temor, aunque las flechas corten el viento junto a él.
Del mismo modo, como hijos de Dios, no debemos tener temor, mientras seamos guiados por nuestro Dios, llenos del poder de su Santo Espíritu y en el nombre del Señor Jesucristo, tenemos la victoria asegurada sobre nuestro enemigo.
¡Gloria a Dios!
Hay muchas lecciones que podemos obtener del extraordinario caballo, pero hoy pensemos en estos cuatro pensamientos:
 Nuestra fuerza y brío controlados y dirigidos por Dios, como nuestro padre que nos enseña y disciplina. Prov. 3:12
Nuestra confianza puesta en el quien es nuestro Dios y nuestras propias fuerzas y habilidades. Zacarías 4:6
Nuestra belleza extraordinaria porque Dios nos creó a su imagen y semejanza y nos ha hecho sus hijos, cuidando cada detalle de nuestra vida. Génesis 1:26; Juan 1:12
Nuestra valentía puesto que somos llamados a ser más que vencedores por medio de Aquel que nos amó. Jesucristo, el vencedor, nos hace partícipes de su victoria, por lo tanto, nada hemos de temer en nuestras luchas diarias. Romanos 8:37


Texto de hoy: Escritora Asociada, Veónica Jeldres.


Un regalo, esta canción:
Oramos para que las montañas se muevan
 Oramos para que los océanos se separen
 Oramos por un milagro.
 En nuestros corazones,
 En nuestros corazones.
No hay necesidad de esconderse en la tumba.
 No hay necesidad de retener ninguna canción
 Dijiste que ahora podemos venir llenos de fe.
 Es lo que prometiste
 Lo que prometiste
 Creemos que ya está hecho
 Todas las batallas ya ganadas
 Está terminado, es perfecto
 Creemos que has vencido
 Y ya está listo
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En español
https://www.youtube.com/watch?v=w1b2D64HKfo

Ilustración de hoy:Boceto de Leonardo Da Vinci



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