Mas él, percibiendo la hipocresía de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme la moneda para que la vea.
Marcos 12:15
La tentación es un arma que se esgrime con frecuencia en las relaciones humanas.
Para probar, para provocar o para saber si el interlocutor merece algún grado de confianza.
A veces salimos ilesos, otras pareciera que perdemos el equilibrio.
La tentación nos incita a sacar lo mejor y lo peor de lo que somos, pareciera adivinar “donde nos aprieta el zapato” o como dice un pastor amigo “cuál es la reacción si te pisan los callos”.
La tentación en sí misma es solo una propuesta de la vida o nuestros propios hábitos o deseos; se despliega con un abanico de posibilidades en un intento de probar nuestra resistencia.
Cuando el maligno tentó al Señor estaba “pulseando” para saber a quién tenía delante; quería saber su vulnerabilidad.
Un amigo sostenía (un poco cínicamente) “toda persona tiene un precio”, unos se conforman con poco, otros son más ambiciosos.
No lo tengo tan claro, la historia está plagada de seres que enfrentaron el martirio, la hoguera, el sufrimiento y la muerte por sus convicciones.
No podríamos ser categóricos en afirmar que hay o no hay personas que renuncien a sus creencias por persuasiones bien organizadas o por ofertas multimillonarias.
En la pregunta de hoy, el Señor Jesús enfrenta una tentación con adulación incluida. “Maestro, sabemos que eres hombre veraz, y que no te cuidas de nadie; porque no miras la apariencia de los hombres, sino que con verdad enseñas el camino de Dios. ¿Es lícito dar tributo a César, o no?”
Si lees con detención podrás observar que la pregunta suena inocente y legal, pero el texto completo nos muestra la malignidad de los tentadores.
Texto completo:
https://www.biblegateway.com/passage/?search=Marcos+12%3A13-17&version=RVR1960
Tips linguisticos: Tentación
https://definicion.de/tentacion/
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