Hemos visto en días anteriores que el búfalo es un magnífico animal, causante de temor y poco domesticable.
La especie que vivía en tiempos de Job era el aurochs (según estudiosos lingüistas), más salvaje que el de la actualidad.
Según muchos chef modernos, la carne de búfalo salvará el futuro alimentario.
Argentina hace algunos años está dedicada a criarlos para exportación. Si alguien puede pagar en los restaurantes exclusivos de Buenos Aires conocerá qué sabor tiene la carne de búfalo. Menos grasa, según los entendidos, pero tierna para la parrilla, aseguran los argentinos que sí saben de asado.
Un negocio no tradicional de nuestros vecinos que ha debutado en restaurantes gourmet de Santiago.
Algunos puristas aseguran que Dios es vegetariano porque en Edén no se sabe nada de asados.
En Génesis 9:3-4 se permite ingerir carnes al mismo tiempo que cereales y verduras.
Dejando de lado lo sibarítico cárnico, la pregunta nos confronta, “¿Confiarás tú en él, por ser grande su fuerza…”
Nuestra cultura es confiar en los grandes, llámese potentados, jefes, gobernadores, estadistas; hay un sentimiento colectivo que ellos pueden facilitarnos la vida como a Job un búfalo de gran tamaño.
El salmista nos invita a ser dichosos (as), confiando en la bondad del Señor:
“¡Prueben ustedes mismos
la bondad del Señor!
¡Dichoso aquél que en Él confía! “
Salmos 34:8 (RVC)
Algunas recetas no aptas para veganos, vegetarianos, ayuno de carnes y demases:
https://www.planetajoy.com/?La_carne_de_b%FAfalo_se_abre_paso_y_estas_son_cinco_opciones_para_probarla&page=ampliada&id=10151
https://www.cronista.com/columnistas/Carne-de-bufalo-la-proteina-roja-del-futuro-20180904-0058.html
https://elpais.com/elpais/2015/06/11/gastronotas_de_capel/1433975440_143397.html
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